La charrería es un deporte mexicano, que algunos padres se los inculcan a sus hijos, para que desde temprana edad se vuelvan diestro en este deporte nacional, donde el Charro, arriba de su caballo, en cada practica del jaripeo arriesga la vida y se llena de gloria al salir airoso al demostrar su destreza, habilidades ecuestres y vaquera con la que cuenta.
El pequeño Rafita González Jr., oriundo de Tabasco, el chico dedica más tiempo a su caballo, soga y práctica de charro, que a otro juguete para su edad.
El nacer cerca de caballos, vacas, becerros y campo, le ha permitido practicar diariamente sus lecciones y combinar su escuela con el deporte de la Charrería.
El Tabasco, por ser un estado netamente ganadero, a los largo y ancho de sus 17 municipios existen células que mantienen con vida este deporte mexicano, donde participa el hombre y la mujer mostrando sus habilidades.
La charrería es un elemento importante de la identidad y el patrimonio cultural de las comunidades depositarias de esta tradición, que la consideran un medio de transmitir a las nuevas generaciones valores sociales como el respeto y la igualdad de todos los miembros.
A sus 12 años González Jr., cuenta con habilidades que todo charro, tienen que saber, para poder realizar su hazaña en el lienzo.
Este pequeño, que ha comenzado a estudiar la secundaria, maneja con maestría la cuerda o reata y se enfoca a perfeccionar sus habilidades con el machete, como todo un charro mexicano.
Rafita Jr., se encuentra preparándose para competir en su momento con los mejores de este deporte, durante sus práctica combina la equitación con diversas formas de jaripeo.